Contra todo pronóstico el fin de semana en Blackpool resulto de lo más interesante. Resulto ser algo más especial de lo que parece a simple vista y es que la felicidad no depende del lugar si este es mirado con buenos ojos. No creáis todo lo que os dicen, si la compañía es grata (que no siempre resulta serlo) el lugar no es un condicionante, aun cuando la habitación sea digna de una estudio profundo sobre lo insaludable y mal gusto.
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