Mis estrellas brillan hoy con otra luz, con otro andar. Llenáis mis días de paz y guerra, de calma y tempestad. Existe un perdón para cada culpa entre vuestros abrazos y vuestros llantos. Porque a pesar de odiar me enseñáis que en el mundo cabe la esperanza de un final feliz. Y a menudo no os digo lo mucho que os necesito ni lo mucho que os amo. Y se que por muy fría que sea hoy la noche de esta Navidad siempre habrá un pastel de chocolate para empezar. Por cada culpa que pesa sobre mi, por cada error en mi vida, por cada paso en falso, por todas esas veces que no os he querido escuchar y he antepuesto mi egoísmo, por todos y cada uno de mis pecados os pido perdón, hoy, en silencio. Quizás algún día si leéis estas líneas sepáis que me siguen gustando esos macarrones que solo tu sabes hacer y los destellos de bondad que tanto intentas ocultar...
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