Quizás todos aquellos que vivimos en pueblos acabamos despreciando a todos aquellos que nos invaden el "campo". Como si las montañas, las tardes tranquilas y el sol nos pertenecieran. Muy a mi pesar tengo que reconocer que mi antipatía por toda esa gente a incrementado en los últimos tiempos. Solo hace falta ver lo que algunos llaman progreso.
Pero ahora vivo en Barcelona, he cambiado los arboles por farolas y el olor a estiércol por la nube espesa que cubre la ciudad. Y aun así, lentamente, descubro cada día lo agradable que es vivir cerca de todo. Cerca de las tiendas, cerca de los bares, cerca de la civilización. Poder ir andando a todos los sitios. A la playa, al cine, al teatro, al parque, al utopía. Las ventajas superan con creces cualquier inconveniente. Y es que des de que vuelvo a casa a pie, paseando bajo el tibio sol de la tarde, creo que he recuperado parte de la calidad de vida que perdí al empezar a trabajar. Y es que a pesar de que alguien pudiera pensar que empecé en el mundo laboral con pie derecho, ahora entiendo el refrán que dice "En todas partes cuecen habas".
El no tener que salir corriendo para ir a buscar el tren, llegar a casa tarde cenar y dormir, a cambiado mi vida en un radical 100%. Disfruto de una libertad de la que jamás había disponido, sin preocuparme por nadie, sin tener que dar explicaciones a nadie. Quizás sea muy egoísta por mi parte, pero llevo toda la vida preocupada por el que dirán, por no querer defraudar a mis padres, absorbida por una relación que no tenia futuro más allá de mi. Que ahora a mis 26 me doy cuenta de todo lo que perdí. Y sin dejar de ser yo misma ( con mis defectos y tabues) me siento más libre. Salir de copas entre semana, tomar el sol en la terraza un domingo por la mañana, cocinar lasaña para los invitados el sábado. Todo eso que puede parecer tan sencillo y banal es para mi la dosis necesaria de esperanza para seguir viviendo. Y es que una gran ciudad te da el anonimato necesario para escapar del mundanal ruido del corazón.
Vivo con mis mejores amigas ( o parte de ellas), gente que también busca su lugar en el mundo, sin saber cual sera el destino que nos aguarda. Y se que ha sido la mejor decisión que pude tomar. Puede que sea la cercanía de los 30 lo que hace ver las cosas bajo otra gama de colores. El rosa de los 21 lo cambié por el negro de los 25, ahora el verde de los 26 hace que el mundo gire a una velocidad pausada y tranquila.. quizás solo sea la aproximación del verano y mi billete de avión lo que me haga sentir mejor con migo misma.
Pero ahora vivo en Barcelona, he cambiado los arboles por farolas y el olor a estiércol por la nube espesa que cubre la ciudad. Y aun así, lentamente, descubro cada día lo agradable que es vivir cerca de todo. Cerca de las tiendas, cerca de los bares, cerca de la civilización. Poder ir andando a todos los sitios. A la playa, al cine, al teatro, al parque, al utopía. Las ventajas superan con creces cualquier inconveniente. Y es que des de que vuelvo a casa a pie, paseando bajo el tibio sol de la tarde, creo que he recuperado parte de la calidad de vida que perdí al empezar a trabajar. Y es que a pesar de que alguien pudiera pensar que empecé en el mundo laboral con pie derecho, ahora entiendo el refrán que dice "En todas partes cuecen habas".
El no tener que salir corriendo para ir a buscar el tren, llegar a casa tarde cenar y dormir, a cambiado mi vida en un radical 100%. Disfruto de una libertad de la que jamás había disponido, sin preocuparme por nadie, sin tener que dar explicaciones a nadie. Quizás sea muy egoísta por mi parte, pero llevo toda la vida preocupada por el que dirán, por no querer defraudar a mis padres, absorbida por una relación que no tenia futuro más allá de mi. Que ahora a mis 26 me doy cuenta de todo lo que perdí. Y sin dejar de ser yo misma ( con mis defectos y tabues) me siento más libre. Salir de copas entre semana, tomar el sol en la terraza un domingo por la mañana, cocinar lasaña para los invitados el sábado. Todo eso que puede parecer tan sencillo y banal es para mi la dosis necesaria de esperanza para seguir viviendo. Y es que una gran ciudad te da el anonimato necesario para escapar del mundanal ruido del corazón.
Vivo con mis mejores amigas ( o parte de ellas), gente que también busca su lugar en el mundo, sin saber cual sera el destino que nos aguarda. Y se que ha sido la mejor decisión que pude tomar. Puede que sea la cercanía de los 30 lo que hace ver las cosas bajo otra gama de colores. El rosa de los 21 lo cambié por el negro de los 25, ahora el verde de los 26 hace que el mundo gire a una velocidad pausada y tranquila.. quizás solo sea la aproximación del verano y mi billete de avión lo que me haga sentir mejor con migo misma.
2 comentarios:
Espero que siga siendo "rosa" toda
tu vida,besos
Y deseo teneros cerca para poder contaroslo.
Con todo mi cariño.
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